Hoy en día, ya no sorprende ver superdeportivos híbridos que rondan los 1.000 CV, cifras que hasta hace muy poco estaban reservadas a hiperdeportivos de producción muy limitada cuyos precios superaban con facilidad el millón de euros.
La hibridación se ha asentado definitivamente en la industria de los superdeportivos de lujo, y resulta casi impensable que un gran fabricante lance un nuevo modelo sin combinar un motor de combustión con uno o varios motores eléctricos. Esta combinación no solo permite alcanzar potencias cada vez más espectaculares, sino hacerlo sin que el precio final se dispare, acercando prestaciones antes inaccesibles a un público más amplio dentro del segmento.
Ferrari no ha sido una excepción. Su primer paso llegó en 2013 con el LaFerrari, el primer modelo híbrido en la historia de la marca. Combinaba un V12 atmosférico de 6.3 litros y 800 CV con un motor eléctrico de 163 CV para alcanzar una potencia conjunta de más de 960 CV. Eso sí, no era enchufable y su motor eléctrico no podía funcionar de manera independiente, además de tratarse de un modelo extremadamente limitado.
El verdadero punto de inflexión llegó en 2019 con el Ferrari SF90 Stradale, el primer híbrido enchufable producido en serie por la marca. Capaz de recorrer distancias cortas en modo 100% eléctrico, inauguró una nueva era en Maranello. Esa línea evolutiva continuó en 2022 con la llegada del Ferrari 296 GTB, el segundo híbrido enchufable del Cavallino Rampante y, para muchos, el inicio de una nueva filosofía de diseño y conducción.
Hoy, el SF90 Stradale y el 296 GTB representan los dos grandes estandartes de la era híbrida de Ferrari. En nuestra flota de Drive Me Barcelona contamos con un Ferrari 296 GTB, y en este artículo te contamos en qué se diferencian ambos modelos, ofreciéndote una visión clara y detallada de las características que distinguen a cada uno.
Potencia y rendimiento
A pesar de que ambos modelos comparten la etiqueta de ser los únicos híbridos enchufables de Maranello y podría parecer que utilizan una mecánica similar, la realidad es muy distinta. Es precisamente en su planteamiento técnico donde encontramos la mayor diferencia entre el SF90 Stradale y el 296 GTB.
El Ferrari SF90 Stradale combina un motor V8 biturbo de 3.9 litros capaz de generar 780 CV y 800 Nm de par con tres motores eléctricos: uno en el eje trasero y dos en el delantero, que aportan en conjunto 220 CV. Gracias a esta configuración, el SF90 ofrece tracción a las cuatro ruedas y una potencia total de 1.000 CV, acelerando de 0 a 100 km/h en 2,5 segundos, alcanzando los 200 km/h en solo 6,7 segundos y registrando una velocidad máxima de 340 km/h.
El Ferrari 296 GTB, por su parte, es el primer modelo de la marca destinado a carretera que monta un motor V6 biturbo de 2.9 litros con una apertura de 120º. Esta nueva arquitectura de seis cilindros, con la V abierta y el sistema de admisión forzada integrado en su interior, deriva directamente de la utilizada en Fórmula 1, donde Ferrari emplea esta misma configuración en sus monoplazas desde 2014. El bloque V6 del 296 GTB entrega por sí solo 663 CV, a los que se suma un motor eléctrico situado en la parte trasera que añade 166 CV adicionales. En conjunto, desarrolla 830 CV y un par máximo de 740 Nm, enviados exclusivamente al eje trasero, a diferencia del SF90, que cuenta con tracción total. Con estas cifras, el 296 GTB acelera de 0 a 100 km/h en 2,9 segundos, alcanza los 200 km/h en 7,3 segundos y llega a una velocidad máxima de 330 km/h.
Aunque sus planteamientos mecánicos son completamente distintos, ambos modelos sí comparten algunos elementos clave. Los dos adoptan una configuración de motor central trasero, y utilizan la misma caja de cambio secuencial de doble embrague con ocho velocidades. En el caso del 296 GTB, la caja ha sido mejorada para ofrecer una respuesta más directa y rápida.
Dos diseños con filosofías distintas
El diseño exterior del Ferrari SF90 Stradale y del Ferrari 296 GTB es otro de los aspectos donde más se diferencian. Ambos comparten una postura baja y agresiva, un frontal redondeado y amplias entradas de aire, pero más allá de estos rasgos generales, cada modelo adopta un planteamiento de diseño claramente diferenciado.
El Ferrari SF90 Stradale toma inspiración de modelos como el 488 GTB, el SP38 y, especialmente, del exclusivo J50. La parte frontal presenta una silueta redondeada y líneas muy marcadas, con un capó que cae hacia una apertura en forma de V que recuerda al del F8 Tributo. A cada lado se integran unos faros dobles muy delgados y afilados con firma luminosa en forma de C. Completa el conjunto un paragolpes con dos amplias tomas de aire integradas y una pieza central acabada en negro.
En el perfil lateral encontramos un diseño muy similar al del 488 GTB y el F8 Tributo, con grandes entradas de aire integradas en los pontones laterales, bastante delgadas y alargadas, con múltiples conductos internos cada uno con funciones específicas como de refrigeración, admisión y gestión del flujo aerodinámico. La parte trasera es donde más se aprecia la influencia del J50: la cubierta del motor, acabada en negro, no se prolonga de forma continua hasta el techo, sino que queda separada y ligeramente hundida, un detalle muy característico del modelo que lo inspira. La zaga se completa con dos salidas de escape elevadas y centradas, junto a un alerón fijo y un difusor en fibra de carbono muy similar al del 296 GTB. Rematan el diseño cuatro faros traseros de líneas cuadradas que se extienden hacia los laterales.
El Ferrari 296 GTB, en cambio, exhibe un diseño más compacto, especialmente perceptible en su parachoques delantero, corto y afilado pero sin resultar excesivamente bajo. Su estética toma inspiración del Ferrari 250 LM de 1963, combinando líneas deportivas con superficies limpias y muy depuradas. El frontal se caracteriza por una gran entrada de aire acompañada por un marcado splitter de carbono y un capó alargado que estira visualmente la silueta. Los faros delanteros, en forma de lágrima, incorporan tomas de aire que canalizan el flujo directamente hacia los frenos delanteros para su refrigeración.
El perfil lateral fluye con curvas suaves, sin líneas agresivas o cortes demasiado marcados como el SF90 Stradale. Dispone también de amplias entradas de aire laterales, aunque éstas se integran con mayor sutileza y con un papel menos protagonista que en el SF90, priorizando la estética general sin renunciar a su función aerodinámica. La parte trasera presenta un diseño muy plano y ligeramente cóncavo, manteniéndose siempre a una altura baja. Entre sus rasgos más característicos se encuentra el techo inclinado hacia abajo, que al igual que en el SF90 no se une de forma continua a la cubierta del motor. En el caso del 296 GTB, esta cubierta es una pieza de cristal con forma de arco que deja a la vista el motor V6. Remata el conjunto un alerón central activo alojado en el compartimento de conexión de las luces traseras, junto a una única salida de escape, situada en una posición central y elevada.
Dos interiores prácticamente idénticos
Ferrari ha optado por un planteamiento común para el interior de ambos modelos, con muy pocas diferencias entre sí. El habitáculo se caracteriza por un diseño minimalista y deportivo, dominado por una gran pantalla digital de 16 pulgadas situada detrás del volante, que funciona como cuadro de instrumentos. Es completamente configurable y permite visualizar en tiempo real la telemetría, los datos de conducción y gestionar el sistema de infoentretenimiento y navegación.
Tanto el SF90 Stradale como el 296 GTB incorporan además una segunda pantalla para el pasajero, que muestra información del vehículo, como las revoluciones del motor o la velocidad, y permite controlar funciones multimedia y de navegación básicas. La única diferencia significativa entre ambos interiores está en la ubicación de esta pantalla: en el SF90 Stradale se coloca en la parte central del salpicadero, ligeramente orientada hacia el acompañante, mientras que en el 296 GTB está situada directamente frente al pasajero. Por ello, en el SF90 el conductor puede llegar a interactuar con ella, mientras que en el 296 GTB queda reservada exclusivamente para el pasajero.
En ambos modelos la digitalización es total, incluida la del volante. Los tradicionales botones y mandos físicos han sido sustituidos por superficies táctiles, manteniendo únicamente el icónico manettino con los habituales modos de conducción Wet, Sport, Race, Comfort, CT Off y ESC Off. Ambos incorporan el nuevo e-Manettino, una segunda maneta desde la que se pueden seleccionar cuatro modos de gestión eléctrica: eDrive (modo totalmente eléctrico, con hasta 35 kilómetros de autonomía), Hybrid (combina el motor de combustión con los eléctricos y los gestiona automáticamente dando prioridad a la eficiencia), Performance (también es modo híbrido, pero ofreciendo un mayor rendimiento) y Qualify (los motores eléctricos rinden a su máxima potencia en combinación con el bloque térmico).
Peso y dimensiones
En términos de dimensiones, el Ferrari 296 GTB es significativamente más corto que el SF90 Stradale. Mide 4.565 mm de largo, lo que supone 145 mm menos que los 4.710 mm del SF90 Stradale. El SF90 Stradale es ligeramente más ancho, aunque la diferencia es mínima, de solo 5 mm: 1.972 mm en el SF90 Stradale frente a los 1.968 mm del 296 GTB. En cuanto a la altura, ambos modelos son prácticamente idénticos, con 1.187 mm en el 296 GTB y 1.186 mm en el SF90 Stradale.
Donde sí se aprecia una diferencia más significativa es en la distancia entre ejes. Cabe destacar que el 296 GTB cuenta con la batalla más corta de toda la gama actual de Ferrari, con 2600 mm, mientras que el SF90 Stradale presenta una distancia entre ejes de 2.650 mm, lo que repercute directamente en el comportamiento dinámico de ambos modelos.
En lo relativo al peso, el sistema híbrido añade una carga adicional en ambos modelos, lo que ha obligado a Ferrari a optimizar al máximo el chasis y la carrocería para minimizar este extra de peso. Ambos emplean un chasis que combina fibra de carbono y aluminio, junto con diversos componentes fabricados en aleaciones ligeras. En el SF90 Stradale, los tres motores eléctricos y la batería suponen un incremento de 270 kg, mientras que en el 296 GTB, equipado con un solo motor eléctrico y una batería de menor tamaño, el aumento es de 99 kg. Esta diferencia se refleja claramente en el peso final: el SF90 Stradale declara un peso en seco de 1.570 kg, frente a los 1.470 kg del 296 GTB, lo que sitúa al 296 GTB 100 kg por debajo de su hermano mayor.
Por último, si atendemos a la relación peso potencia, el SF90 Stradale se impone con una cifra de 1,57 kg por CV, frente a los 1,88 kg por CV del Ferrari 296 GTB.
Conclusión
Tras haber visto las principales diferencias entre el Ferrari SF90 Stradale y el Ferrari 296 GTB, queda claro que, aunque ambos sean los únicos modelos híbridos enchufables de Maranello y a primera vista podría parecer que son coches muy similares, en realidad son muy distintos el uno con el otro.
La primera gran diferencia aparece en la mecánica, ya que el SF90 Stradale opta por un motor V8 combinado con tres motores eléctricos, lo que le permite disponer de tracción a las cuatro ruedas, mientras que el 296 GTB apuesta por ser el primer modelo del Cavallino Rampante en equipar un motor V6 acompañado de un único motor eléctrico y mantiene una configuración de tracción trasera. Y si nos fijamos en la potencia, asombra la potencia que ambos modelos ofrecen, más propia de un hypercar que de un superdeportivo, con 1.000 CV en el SF90 Stradale y unos más que impresionantes 830 CV en el 296 GTB.
Y por lo que se refiere al apartado estético, cada modelo sigue una filosofía de diseño claramente diferenciada. El Ferrari SF90 Stradale transmite una imagen más agresiva, técnica y futurista, con líneas angulosas, superficies muy marcadas y una aerodinámica visualmente protagonista. El Ferrari 296 GTB, por su parte, presenta un diseño más limpio, fluido y elegante, con curvas suaves y proporciones más compactas, inspirado en modelos clásicos de la marca reinterpretados de manera moderna. Esta diferencia estética refuerza la idea de que, aunque compartan la tecnología híbrida enchufable, ambos modelos están concebidos para transmitir sensaciones y experiencias muy distintas.
Ambos modelos reflejan el camino que seguirá Ferrari en los próximos años, con la hibridación como principal protagonista. Una evolución que permite alcanzar niveles de prestaciones cada vez más elevados sin que ello suponga un aumento desproporcionado del precio.
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